
María Peletier es artista e ilustradora, licenciada en Ciencias Económicas y formada en Ilustración Editorial y Cómic en la Escuela Superior de Dibujo Profesional. Después de varios años en el extranjero y ya madre de tres hijos, ha convertido su pasión por las acuarelas, el lápiz y el papel en un lenguaje propio que traslada también a la porcelana de Limoges pintada a mano.
Desde Limoges a Madrid...
La primera vez que trabajé con porcelana de Limoges entendí de inmediato por qué es tan especial. Tiene un blanco limpio, casi luminoso, que hace que cualquier color destaque, y una textura fina que invita a trabajar con detalle. Su historia también forma parte del encanto: nació cuando en la región se descubrió un kaolín excepcionalmente puro, y desde entonces generaciones de artesanos han perfeccionado la técnica hasta convertir a Limoges en un referente mundial - es por ello que es la única porcelana que utilizo para elaborar mis diseños.Para mí, cada pieza de Limoges es un punto de partida especial. Saber que detrás hay siglos de oficio hace que el proceso de pintar cobre otro sentido. No es solo decorar una superficie: es continuar una tradición, aportando mi propio estilo a un material que ya tiene su propia historia.

Del papel a la porcelana
A partir de la idea que tienes, trabajamos juntos para crear un diseño que encaje con su visión; una temática, un estilo, unos colores concretos. A veces ajustamos proporciones, añadimos algún detalle significativo o propongo alternativas que pueden hacer que la pieza cobre más personalidad, siempre respetando la esencia inicial.Una vez definido el diseño, lo llevo a la porcelana. Trazo las líneas principales directamente sobre la pieza con un lápiz cerámico que permite corregir, mover o refinar cualquier detalle, marcando contornos, equilibrando espacios y asegurándome de que cada elemento quedará en el lugar adecuado antes de empezar a trabajar con el color. Es un paso tranquilo, casi meditativo, donde el dibujo comienza a tomar forma y la pieza empieza a contar su historia.
Definiendo el dibujo con plumilla
Una vez que el diseño está transferido y bien definido, paso a marcarlo con plumilla. Es un paso que requiere paciencia y buena mano, porque con la plumilla repaso no solo el contorno principal, sino también todos los pequeños bordes y detalles del dibujo.Cada trazo ayuda a precisar la forma y a preparar la pieza para el color. Al final, es esta parte la que determina el nivel de detalle: cuanto más trabajo con la plumilla, más puedo resaltar elementos específicos y darles protagonismo dentro de la pieza.Una vez finalizado el proceso, pasa por primera vez por el horno para fijar el dibujo.
Construyendo el color y sombreado
Con el diseño ya marcado, comienzo a dar color a la pieza. Primero trabajo los rellenos y las capas base, y después voy añadiendo sombras y matices para darle profundidad. Cada color y cada efecto requieren su tiempo, porque la porcelana se va construyendo por etapas. Según la intensidad o la cantidad de capas que necesite una zona, la pieza pasa por el horno tantas veces como haga falta. El calor fija la pintura y permite seguir trabajando encima, hasta que todos los tonos y detalles quedan exactamente como los quiero.
Dando los últimos detalles
Cuando la pieza ya ha pasado por sus últimas cocciones y los colores han alcanzado la profundidad buscada, llega el momento de un lijado final. Es un gesto suave, casi ritual, que elimina pequeños excesos de pintura y deja la superficie uniforme al tacto, sin alterar el trabajo realizado. Después, solo queda prepararla para partir: se limpia, se revisa una última vez y se empaqueta con cuidado, asegurándome de que llegue a su próximo hogar tal y como salió del taller.